La pandemia de coronavirus generó importantes cambios en las demandas y aceleró la necesidad de repensar la gestión de las ciudades, su transformación digital y la gobernanza de sus datos. En este marco, nos parece pertinente compartir este estudio que pone el foco en los nuevos desafíos que plantea el gobierno de las grandes urbes y la necesidad de avanzar hacia una gestión inteligente para mejorar la vida de las personas.
La investigación describe la experiencia de seis ciudades latinoamericanas y sus prácticas en materia de gestión estratégica inteligente y mejora del cumplimiento, comparándolas con los modelos de “delivery unit” (unidad de entrega, unidad de ejecución o unidad de cumplimiento) a nivel nacional. Dado que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y que esta tendencia se profundizará en las próximas décadas, la capacidad de los gobiernos municipales para gestionar las problemáticas urbanas adquiere una mayor relevancia.
Era digital
Según el autor del reporte, en los niveles nacionales los modelos de gestión liderados por centros de gobierno y por unidades de entrega se convirtieron en herramientas importantes para el cumplimiento de objetivos prioritarios y grandes proyectos a escala nacional. Estos modelos se caracterizan por el seguimiento minucioso del desempeño de gobierno, por hacer un uso intensivo de datos y utilizar rutinas sistemáticas para su uso en la toma de decisiones. Entre otros detalles, se implementan a través de equipos que buscan priorizar, coordinar, monitorear y acelerar el logro de metas de alto impacto.
En los niveles subnacionales de gobierno también se registran modelos similares. De hecho, desde esta perspectiva “las ciudades parecen el ámbito ideal para la adopción de estos modelos, dado su rol directo en la implementación de proyectos y la prestación de servicios a los ciudadanos, donde el control sobre la cadena de cumplimiento y la factibilidad de medición del desempeño son mayores”.
La investigación señala que en las ciudades de América Latina el desarrollo de estos instrumentos no es tan extendido. E incluso en los casos en que sí, hay ciertas particularidades: “las ciudades latinoamericanas suelen combinar metas de producto y de resultado de mayor ambición, en áreas como la seguridad ciudadana, la educación, la salud, el desarrollo económico y la ejecución de obras de infraestructura. La contrapartida de la mayor ambición es el menor control a nivel local sobre la cadena de entrega de tales objetivos”, sostiene el autor del estudio, y agrega: “Además, la rendición de cuentas pública es despareja y la adopción de estos modelos de gestión “parece muy dependiente del estilo personal del liderazgo del intendente”.
En tal sentido, queda demostrado que son pocos gobiernos locales en la región que han establecido modelos sistemáticos de priorización de metas, seguimiento de los avances basado en datos, y rutinas de gestión para destrabar obstáculos de desempeño mediante equipos basados en el centro de gobierno.
Gestión estratégica de ciudades
Los centros de gobierno son estructuras y unidades que desempeñan ciertas funciones prioritarias y transversales para la gestión, con reporte directo al jefe del ejecutivo. Y las unidades de entrega constituyen un tipo específico de unidad habitual en los centros de gobierno, que suelen enfocarse en apoyar el cumplimiento de objetivos prioritarios para el titular del ejecutivo y el gobierno en su conjunto.
“El nivel local de gobierno parece el más propicio para un enfoque orientado a la entrega, y las ciudades latinoamericanas tienen bastante camino por recorrer en esa dirección”, afirma el autor del documento. Y añade: “Las unidades de entrega pueden ser una herramienta importante para resolver debilidades en el cumplimiento de objetivos prioritarios y para apoyar con evidencia la toma de decisiones”.
El trabajo de las unidades de entrega tiene cuatro componentes clave: definir los objetivos prioritarios y establecer qué es lo constituirá el “éxito” respecto a ellos (metas con indicadores medibles); acordar planes con trayectorias y cadenas de cumplimiento monitoreables; sistematizar la recolección de datos y la revisión de los avances para tomar decisiones y hacer correcciones de forma periódica; e implementar mecanismos para mejorar el desempeño cuando hay obstáculos que generan desvíos.
Tecnologías digitales
Una figura establecida en las ciudades que tienen experiencia con el modelo de unidades de entrega es la del director de datos (CDO), que suele ser responsable por guiar la gobernanza del uso de los datos al interior del gobierno en la actual era digital, incluyendo la fijación de estándares y regulaciones. Al CDO también le corresponde capacitar en técnicas de analítica predictiva, georreferenciación y visualización de datos; y definir la publicación de información propia del “gobierno abierto” -de acuerdo a las premisas de transparencia de gobierno, debidamente apalancadas por las tecnologías digitales-, por ejemplo a nivel de la inversión pública. En tal sentido “los CDO pueden ser un complemento útil o incluso un aliado para las unidades de entrega, en tanto empujan la generación y el uso de datos en el conjunto de la administración”, se afirma en el informe.
Para las ciudades latinoamericanas que planeen establecer un modelo de gestión de unidades de entrega, el autor recomienda identificar un conjunto de prioridades que verdaderamente sean relevantes para el gobierno. Además señala que “no tiene sentido crear una unidad de entrega solo por seguir una moda internacional, si no está claro qué se proponen lograr con ella tanto el gobierno como el jefe del ejecutivo”. Adicionalmente destaca la importancia de comunicar públicamente las metas prioritarias como forma de obligarse a mejorar el desempeño y cumplir.
Para leer el estudio que resumimos más en profundidad, puede ingresar acá.