Asociaciones virtuosas: la experiencia de los clústers de software en Argentina
8 JUNIO , 2021 | IN ALIANZAS | BY PATRICIO PESCIO
Desde hace unos años comenzó a hacerse evidente la necesidad de trabajar en ecosistemas de negocios ampliados, mediante alianzas con socios de negocios de la propia industria, y también de otras, para armar plataformas que se pongan al servicio de las necesidades de los clientes y de la mejora de sus experiencias. En tal contexto resulta interesante repasar la experiencia los clústers y polos IT en la industria de software y servicios informáticos (SSI) de la Argentina. 

Estas iniciativas, nacidas con la idea de desarrollar complementariedades productivas, surgieron en diferentes localidades y provincias. De hecho “en casi todas las regiones del país en las que se observa alguna aglomeración de empresas de SSI –y por lo común alguna entidad educativa relacionada- hubo intentos de desarrollar redes de vinculaciones”. 

Un estudio de 2018 encontró que existían alrededor de 30 experiencias de este tipo que variaban en cuanto a cantidad de empresas participantes y años de trayectoria. La mayoría se ubicaba en la región centro del país, pero también había iniciativas en el NEA (provincias de Chaco, Corrientes, Formosa), NOA (Jujuy, Salta y Tucumán), Cuyo (Mendoza y San Luis) y Patagonia (Neuquén y Río Negro). Alrededor del 50% de los clústers relevados contaban  con la participación de universidades y del gobierno local.

Muchos de estos polos “se constituyeron como asociaciones civiles sin fines de lucro en la primera mitad de la década del 2000 –se lee en el informe de la investigación-, incluyendo, por ejemplo el Polo IT Buenos Aires (CABA), el Polo Tecnológico del Sur (Bahía Blanca), el Polo Tecnológico Rosario, el Córdoba Technology Clúster, el Polo TIC Mendoza, el Polo IT La Plata y el Polo Informático del Parque Científico-Tecnológico de Tandil. En los años siguientes este impulso se extendió. Y si bien la mayoría de los socios de estos polos son pymes locales, también participan  grandes empresas”. 

Alianzas de complementación
Estos polos y clusters TI llevan adelante distintos tipos de actividades, “desde difundir y participar en los programas de apoyo que lanzan los diferentes estamentos de gobierno, hasta propagar oportunidades de negocios o financiamiento, facilitar acciones de networking y matchmaking, adoptar iniciativas de capacitación, realizar diagnósticos o informes, brindar asistencia para financiamiento o exportaciones, etc. En algunos casos se avanzó hacia las áreas de calidad e innovación. Y varias de estas experiencias lograron  inaugurar edificios y/o parques tecnológicos con infraestructura común”. 

Como concepto general, los clústers colaboran con el desarrollo de capacidades y competencias dentro de un contexto territorial acotado. Además, el hecho de alcanzar cierta especialización territorial permite obtener ganancias de competitividad para las empresas mediante la reducción de costos, el acceso a infraestructura compartida, etc. 

Si bien los polos regionales presentan distintos grados de avance, hay algunas características comunes: todos se basan “en la disponibilidad de recursos humanos calificados abundantes en cada localización, cuentan con universidades con carreras afines que en algunos casos pueden funcionar como `semillero´ de emprendedores; además reflejan una vocación de cooperación empresarial y en general cuentan con el apoyo del gobierno municipal y/o provincial y establecieron lazos de cooperación con las universidades de la zona”.

Potenciar capacidades
En otro trabajo que recomendamos leer, se repasan los casos específicos del Polo Tecnológico Rosario (PTR) y del Clúster Córdoba Technology (CCT), que lograron un notable desarrollo institucional.   Como se explica en el texto, “un clúster no es una mera aglomeración territorial de empresas o industrias, sino que dentro del mismo se espera que haya una fuerte interrelación (vertical y horizontal) entre las firmas, un ambiente cooperativo, cierta lógica en la utilización y gestión de los recursos comunes, desarrollo de una institucionalidad específica, aprovechamiento de economías de escala vía especialización, desarrollo de redes de proveedores, generación de negocios, integración de las empresas con la economía local, condiciones de demanda que estimulen la aparición de nuevos segmentos de mercado y (en una instancia posterior) desarrollo de la cadena de valor”.  

En este artículo se indica que el nivel de vinculaciones inter-empresarias -especialmente cuando se trata de hacer negocios conjuntos- todavía era escaso en las experiencias estudiadas, “particularmente en lo que atañe a compartir información vinculada a lo tecnológico”. Y aún faltaba afianzar un patrón de especialización que distinguiera a cada clúster.
 
No obstante, más allá de las asignaturas pendientes y de las articulaciones que seguramente todavía hoy quedan por hacer, el camino que inauguraron los clústers y polos IT de la industria de SSI en la Argentina demuestra que es posible unir esfuerzos y generar ecosistemas que permitan sumar capacidades, con el foco puesto en complementarse y mejorar y expandir la oferta integral de servicios. 

Para profundizar en los casos específicos del Polo Tecnológico Rosario (PTR) y del Clúster Córdoba Technology (CCT), invitamos a leer este documento. 

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